13 octubre 2008

El concepto de riesgo-país y demás "peligros" que corren la banca y los grandes inversores...

Las agencias de calificación crediticia (o de "rating") constituyen la herramienta
fundamental para garantizar la "corrección" presupuestaria de los Estados  

Riesgo-país es el índice estandarizado que mide las probabilidades --las reales y sobre todo las interesadamente supuestas-- de que un Estado amortice los créditos que ha recibido al emitir deuda pública.
Más fácil: el riesgo-país es la tasa de probabilidad de amortización que entidades al servicio de la gran banca trasnacional otorgan a un Estado que debe dinero.
Ese indicador es, a su vez, el que utilizan los inversores para calcular los intereses que el Estado receptor debe abonar a quienes han adquirido deuda pública. Por ejemplo, si Bolivia, Filipinas, India o Senegal es catalogado internacionalmente como un Estado de riesgo, sus autoridades estarán obligadas a abonar un interés más alto a fin de compensar el riesgo que corren los inversores.
Tanto la calificación como el procedimiento para calcularla están viciados porque son establecidos por entidades de Occidente [casi todas estadounidenses, por ejemplo las tres principales agencias de calificación: FitchMoody’s y Standard & Poors], que además de factores econométricos (inflación, devaluaciones de la divisa y sus tasas de cambio, vencimientos de la deuda pública externa, situación geográfica, reservas naturales, etcétera) tienen en cuenta cuestiones políticas (la estabilidad y, sobre todo, la idoneidad del régimen o del gobierno en función de los intereses de los inversores).
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Cientos de millones de afectados
En resumen, las agencias de calificación crediticia (o de rating) condicionan el futuro de cientos de millones de seres humanos.
Pero conviene atender a un hecho sustancial: Esas agencias o sus filiales, ¡que son privadas!, son las mismas que determinan si los productos financieros que se negocian en el Primer Mundo son fiables. ¡Menos rodeos!: Son los mismos que no vieron o que no quisieron ver los riesgos de los subprime (créditos basura).
Pero la fiabilidad de esas entidades nunca es cuestionada, ¡ni siquiera ahora por haber ignorado o callado prácticas financieras altamente peligrosas!
¿Hace falta añadir algo más?
Hoy, justo cuando entran en vigor las medidas aprobadas por Occidente --incluida la Unión Europea-- para poner freno al desplome financiero y bancario, nadie habla del papel que juegan las agencias de calificación crediticia (rating)
Eso sí, seguro que esas agencias serán las que mañana calificarán la deuda pública de Malawi, Sudáfrica, Indonesia, Paraguay... ¡España!
Y los administradores de grandes capitales de Occidente negarán o reducirán las inversiones en función de lo que digan esas agencias, y de quienes detentan el poder económico y financiero.

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