05 marzo 2009

Cosas que ciertos periodistas no quieren decir ni escuchar

El caos financiero y la subsiguiente recesión también afectan a la prensa, que a ese revés general suma otros factores negativos que le son propios:
1. La lenta pero constante pérdida de compradores de periódicos;
2. El impacto de la prensa gratuita;
3. El progresivo aumento de usuarios de internet, que proporciona acceso gratuito a información;
4. El descenso de las inserciones publicitarias y el cambio de modelo en las políticas de relaciones externas, de ventas y de promoción de las empresas en general;
5. El creciente desprestigio de los profesionales; y
6. El elevado endeudamiento de empresas que aspiran a formar parte del Poder.
Dicho de otro modo, los problemas que acusan numerosos periódicos no son hijos de un solo mal, sino de la confluencia de varios; sin menoscabo de que la actual recesión haya acrecentado exponencialmente el recorte de la publicidad, factor este que desde un punto de vista económico es el que tiene efectos más inmediatos y a corto plazo más destructivos.
Además, la economía del sistema siempre perjudica a los mismos, sobre todo a quienes critican al sistema...
Prueba de la gravedad de la situación es que los grandes consorcios de comunicación, incluido el poderoso Grupo Murdoch, por ejemplo, encabezan la lista de empresas damnificadas.
En España, grupos tan poderosos como Vocento (ABC), Prisa (El país) o Unedisa (El mundo) han puesto en marcha planes para reducir costes y, sobre todo, achicar plantillas.
Pero una brevísima introducción a los seis factores mencionados revela que los problemas de la prensa tienen más enjundia y, sobre todo, son más complejos de lo que en principio parecen.
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1. Descenso del número de compradores
Simplificaciones al margen, la pérdida de clientes (que no de lectores) no se debe a un solo motivo, en contra de quienes insisten en imputar ese descenso sólo a internet. El desprestigio de los profesionales y la trivialización de los contenidos [factor 5] tienen mucho que ver. Sin olvidar los efectos que tienen los cambios de criterios publicitarios y del modelo empresarial de relaciones externas [factor 4].
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2. Prensa gratuita
Los gratuitos constituyen un fenómeno puntual. Como competidores en el mercado de la información carecen de futuro porque, entre otras cosas, un elevado porcentaje de sus contenidos está viciado o supeditado a intereses publicitarios, incluidos los económico-políticos. No en vano, esas publicaciones viven solo y exclusivamente de los anuncios y en algunos casos, de pactos poco o nada edificantes. Eso sí, los gratuitos han maleado el mercado de la publicidad [factor 4], siendo este el daño más grave que han causado a la prensa convencional.
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3. El auge de internet
Paradójicamente, internet ha multiplicado el número de lectores de prensa, pues prácticamente todos los periódicos disponen de versión electrónica y las suyas son las ofertas informativas más visitadas en la Red. Lógicamente, un porcentaje de los lectores de periódicos que disponen de acceso a la Red han dejado de comprar papel tras comprobar que en internet disfrutan gratuitamente del mismo producto.
Para paliar la pérdida de compradores por ese motivo las empresas editoras han probado distintas fórmulas. Ninguna de ellas ha sido, de momento, suficientemente eficaz. ¿Por qué? Los motivos son tantos como métodos empleados y, a la postre, permiten llegar a una conclusión inicial:
Mientras las empresas editoras (vía AEDE) no sean capaces de consensuar posturas y todas o la mayoría de ellas se pongan de acuerdo en los criterios que aplican en sus ediciones electrónicas, mientras esto no se sustancie, la sangría de compradores provocada por internet irá a más, lentamente, pero a más.
¿En qué criterios deberían ponerse de acuerdo las editoras? Por ejemplo, en difundir en la Red sólo resúmenes de los textos, en establecer el pago para acceder a las hemerotecas, en pactar qué secciones u ofertas son de acceso gratuito, etcétera. Mientras las compañías editoras se odien y compitan donde a fecha de hoy no deberían hacerlo, más y más compradores de papel optarán por la gratuidad de internet.
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4. Descenso de los ingresos por publicidad
Era inevitable y, aunque en grado menor, ese mal ya se manifiestaba desde hace años. Por un lado, la TV ha ido imponiendo la atracción de la imagen y, en paralelo, se dan dos fenómenos inevitables:
El lector de periódicos presta cada vez menos atención a los anuncios y, segundo, cada vez más empresas son conscientes de que la utilidad de la publicidad en prensa no es universal; es decir, no es lo mismo difundir las rebajas de una cadena de supermercados que ofertar componentes o materiales para empresas. Hay publicidad que debe ser dirigida a prescriptores, no al gran público, de modo que en ese campo y por otros motivos la publicidad en prensa --y en medios de masas-- es un gasto prescindible.
Los hábitos socio-económicos mudan sin perdón.
El alambicado mundo de la publicidad es imposible abordarlo en una entrada de bitácora.
Sin olvidar los efectos perversos de los gratuitos [factor 2], el todavía menor pero creciente desvío de publicidad a internet [factor 3] y, por descontado, la crisis económica, cuyos efectos en cascada han provocado que la mayoría de las empresas reduzcan gastos en apartados como el publicitario.
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5. Un oficio en la picota
Los periodistas están mal vistos. Más de la mitad de los ciudadanos desconfían de su labor y de lo que difunden, según los últimos sondeos. Evidentemente, la responsabilidad de esa desconfianza --que también tiene traducción en las ventas-- es de los profesionales y, en segundo lugar (¡no en el primero!), de las empresas editoras.
No obstante, es obligado reseñar que el creciente desprestigio de la generalidad de los periodistas arrancó cuando se impuso la tesis de que la información sólo es un producto más en el mercado de bienes, relegando a segundo o tercer plano otros valores y atributos socio-culturales.
Esa perversión, que es de claro origen económico, se reforzó --entre otros fenómenos-- con la progresiva tomatización de la TV y la actitud de algunas emisoras de radio, en especial de las que ganan (o ganaban) audiencia a base de propaganda ideológica y de cultivar la escatología.
En ese escenario progresivamente deteriorado, las asociaciones de la prensa --cuya composición y organización son similares a las de los sindicatos verticales franquistas-- nada efectivo han hecho para poner coto a la autodestrucción.
A la natural inhibición de casi todas --no todas-- las asociaciones de la prensa, pues son lo que son, se suma la ingenuidad y la todavía escasa penetración e influencia (salvo en Cataluña) de las organizaciones profesionales, así como el corporativismo de los sindicatos de periodistas, que cada vez están mas implantados y parecen convencidos de que los periodistas no son asalariados, o que son los únicos asalariados de los medios.
[Del 6º factor, el elevado endeudamiento de las grandes empresas de comunicación que operan en prensa, radio, TV ¡y en lo que se tercie!, con la aspiración de formar parte del Poder, huelgan comentarios. Ellas solas se retratan]
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Demasiados periodistas practican el perro come perro
Para redondear, es obligado subrayar --a riesgo de que algunos insistan en que es políticamente incorrecto decirlo-- que en la profesión periodística, más que en otras, abunda el canibalismo (o cainismo) profesional: perro come perro.
La crisis que vive un buen número de empresas editoras de periódicos ha estallado a raíz de las dificultades financieras recientes, sin duda, pero sus efectos --los despidos ya se cuentan por cientos-- son mayores a causa de taras que se arrastran desde hace años. Taras que ahora, al amparo de la crisis económica general, algunos intentan disimular una vez más imputando todos los daños a la recesión.
En términos relativos y exceptuando el sector de la construcción, durante los últimos meses ninguna otra actividad económica ha perdido tantos puestos de trabajo como la prensa, radio y TV. Pero demasiados periodistas --¡que en su inmensa mayoría son asalariados pese a que haya quienes se creen profesionales liberales!-- siguen considerando más importante lo aleatorio (por ejemplo, la cacería de Bermejo) que lo sustancial (la corrupción)…
Buenas noches y buena suerte.

TEXTO RELACIONADO de alto interés: "Por un trabajo decente en los medios", en DIARIO DE HOY.

2 comentarios:

  1. Acabo de conocer tu blog.
    Animo con tu esfuerzo.

    Y respecto a esta:
    "2. Prensa gratuita
    Los gratuitos constituyen un fenómeno puntual. Como competidores en el mercado de la información carecen de futuro porque, entre otras cosas, un elevado porcentaje de sus contenidos está viciado o supeditado a intereses publicitarios, incluidos los económico-políticos. No en vano, esas publicaciones viven solo y exclusivamente de los anuncios y de pactos poco o nada edificantes. Eso sí, los gratuitos han maleado el mercado de la publicidad [factor 4], siendo este el daño más grave que han causado a la prensa convencional. "

    las prensa tradicional ya dependía en más del 60% de los ingresos de publicidad, y los gratuitos no han caído en pecados nuevos, la verdad.

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  2. El desprestigio de la profesión periodística es la clave de todo este tema. No nos creemos nada, y un porcentaje muy alto de veces acertamos.

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