21 abril 2009

El caso Hernández es absurdo: la derecha es derecha y el bipartito patalea a destiempo

Era cosa sabida, pero los ex miembros del Gobierno autonómico gallego (el bipartito) optaron en su día por cerrar los ojos y callar, y ahora, tras perder las elecciones, ponen el grito en el cielo porque Agustín Hernández ha sido aupado por el PP al gobierno autonómico.
Todos los profesionales de la política que son alguien en Galicia, entre los que figuran los ex miembros del Ejecutivo que presidía Pérez Touriño (PSdeG), sabían desde hace ya años que poco después de que el PP perdiera los comicios autonómicos de 2005 Hernández fue fichado por empresas privadas que habían obtenido contratas de la Dirección General de Obras Públicas, de la que Hernández había sido titular.
Cuatro años después, los que se dedicaron a echar tierra encima de decenas de agujeros --entre los que destaca por su aberrante calado presupuestario la Cidade da Cultura-- la han tomado con Agustín Hernández... ¿Para qué, por qué, con qué finalidad?
Poner tanto énfasis en el nombramiento de Hernández es una de esas acciones políticas a destiempo que son difíciles de entender; salvo que los propios miembros del bipartito quieran auto-denunciarse por haber sido ingenuos y políticamente bobos.
¿Utilidad real? Ninguna.
Hernández actuó legalmente
Sólo es de fogueo
Llegados a este punto, es obligado subrayar que la contratación del ex director de Obras Públicas unas semanas después de dejar el Gobierno Fraga fue escrupulosamente legal, pues en la Galicia del 2005 no existía una ley que regulara el salto de lo público a lo privado; de manera que durante varios lustros aquellos que desde el Poder adjudicaban obras o concesiones a tal o cual empresa al día siguiente de tomar esa decisisón podían dimitir y ser contratados por las firmas beneficiadas.
Tres años después, en el 2008, el Gobierno que presidía Pérez Touriño logró que la Cámara autonómica pusiera coto a tamaña liberalidad. Ese vacío legal había durado más de cuatro lustros, ¡toda la era Fraga! Es decir, Hernández no ha sido el único ex alto cargo autonómico que pudo dar el rentable salto de lo público a lo privado, cosa que era perfectamente legal.
Indudablemente, los criterios de Hernández y de los empresarios que le contrataron en el 2005 no son precisamente ejemplares.
El concepto de Poder no ha superado la Transición
Sin embargo, los que ahora han convertido a Hernández en el protagonista de no se sabe qué, merecen un recordatorio:
Durante los casi cuatro años de gobierno PSdeG-BNG abundaron las demandas políticas y las iniciativas sociales que instaban al cumplimiento de las promesas que socialdemócratas y nacionalistas hicieron durante la campaña electoral que les llevó al Poder, pero el bipartito optó por contemporizar y, a la postre, asumió el sacralizado sentido de autoridad que caracteriza a la mayoría de quienes acceden al Poder en las Españas, tanto en ayuntamientos como en autonomías y en la Administración central.
Ese ademocrático sentido del Poder y de lo institucional constituye una de las herencias mejor conservadas del franquismo.
Durante la pasada legislatura autonómica, el PSdeG y el BNG quintanista sufrieron mal de altura.
Fuera por error o por cobardía política, ese mal ha servido para que muchos de los que confiaron en el cambio prometido y comprometido comprobaran, de entrada, que el gobierno gallego de centro-izquierda era más tigre de papel de lo comprensible y, de salida, explica en gran medida que los miembros del bipartito hayan perdido más de 100.000 votos y la mayoría en el Parlamento Galego.
Ahora, sin ánimo de justificar el descaro político de quienes se han aprovechado de un vacío legal que se prolongó hasta el año pasado, los que han convertido a Hernández en la diana de un inútil pim-pam-pum merecen cinco palabras: a buenas horas mangas verdes.

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