08 junio 2009

Elecciones europeas: Los socialdemócratas pagan su incoherencia y superficialidad

La debacle de los PS en las elecciones al Parlamento Europeo merece un análisis menos partidista que el ofrecido por los socialdemócratas.
La Unión Europea (UE) pierde gas desde hace años porque las dos grandes familias políticas de la Eurocámara (los PP y los PS) no se dedican a la construcción europea, sino a utilizar el el europeísmo y, lo que es peor, están destruyendo el modelo social creado sobre las ruinas que dejó la guerra mundial desatada por la serpiente nazi-fascista de la década de 1930.
Otorgar la calidad de hito a un momento histórico siempre es discutible; sin embargo, en el paso de la construcción a la destrucción de los valores socio-políticos de la UE hubo un punto de inflexión: la probación de la Estrategia de Lisboa, denominación con la que se conoce el conjunto de criterios aprobados por el Consejo Europeo (cumbre de jefes de Estado y de gobierno) celebrado en la capital portuguesa en la primavera del año 2000.
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Del europeísmo a la instrumentalización de la UE
Una vez aprobaba la Estrategia de Lisboa (texto retórico y reinterpretable), numerosos responsables políticos y técnicos de las instituciones de la UE se han dedicado a desvirtuar el modelo social europeo para, poco a poco, sustituirlo por valores de corte neoliberal.
En esa mudanza deseuropeizadora ha influido, sin duda, la proverbial acumulación de beneficios habida durante los años noventa y la sensación --que no evidencia-- de que la riqueza es infinita, con el agravante de que se han desaprovechado las plusvalías obtenidas con ese crecimiento basado en la desregulación de los mercados financieros, sin olvidar que las burbujas creadas carecían de base real.
[La del ladrillo ha sido la burbuja más notoria y mediática, sobre todo en España; pero no ha sido ni es la única. Casi nadie, ¡mucho menos el gobierno y el PP!, habla de la burbuja bancaria ni de los pelotazos financieros; pero existen y son de proporciones descomunales]
En términos políticos, por sus significados y por su capacidad para dañar la cohesión social, en la destrucción del modelo europeo tienen especial responsabilidad los PS de los países socios de la UE, en tanto que los conservadores (el Partido Popular Europeo) no han engañado a nadie porque han sido fieles a su ideario. Coherencia de la que adolecen los PS, destacando por su sanguinaria actitud la llamada Tercera Vía que inventó Tony Blair.
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El PSOE recurre a gestos propios de parvulario para
tratar asuntos que exigen rigor. Hacer política
y gestionar la cosa pública desde un punto de vista
transformador está reñido con la teatralidad y con
las didácticas propias de un colegio de primaria.
Los adultos de la generación de Epi y Blas ya no
se divierten con las puerilidades de Epi y Blas...
Preguntas que desnudan a los PS
¿Cómo es posible que los PS apliquen políticas laborales anti-obreras, justifiquen prácticas de mercado monopolistas y pese a ello sigan arrogándose la representación de los asalariados, de los trabajadores autónomos y de los pequeños empresarios, que en su mayoría han sido proletarizados hasta extremos insoportables?
¿Cómo es posible que los PS, que promueven y aprueban medidas para que el dinero público sea utilizado en salvar del crac a los especuladores, pretenden obtener el apoyo electoral de la mayoría de la población?
¿Cómo es posible que los PS pidan el voto a los trabajadores a pesar de que aplican políticas que por mucho que las adornen con flores progresistas no sólo contradicen los valores de la socialdemocracia, sino que también destruyen el modelo clásico socialdemócrata de crecer sin lujos pero con solidez?
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La socialdemocracia se suicida
Desde hace ya casi dos decenios los votantes de los PP acuden a las urnas sabedores de lo que votan, mientras que los votantes de la socialdemocracia carecen de referentes  fiables.
Ciertamente, el PSOE es fiel a criterios socialdemócratas y liberales --este calificativo, en su sentido etimológico-- al asumir retos como el de la paridad varón-mujer, la defensa de la homosexualidad como opción natural, el aumento de las prestaciones a los excluidos y dependientes, etcétera.
Hacer política solo sectorial carece de peso porque las medidas adoptadas pueden ser destruidas en un plisplás por una mayoría de gobierno de signo contrario. Para colmo, el PSOE se está arrodillando ante los poderes financieros, justifica la precariedad laboral, pospone el reforzamiento de los servicios de inspección laboral, deja que las cajas de ahorros sigan administradas por los beneficiarios del nepotismo de siempre, destina dinero público a tapar agujeros de la banca al tiempo que esta aumenta sus comisiones para seguir ganando lo mismo pese a la recesión, incumple casi sistemáticamente todos sus compromisos en materia de medio ambiente, aprueba una ley de memoria histórica que es poco más que un brindis a sol…
La lista de renuncias del PSOE es larga, casi tanto como la relación de barbaridades antisociales que ha ejecutado la Tercera Vía de Blair. 
La abstención registrada en los comicios de este domingo apenas explica el 10 % de los votos que han perdido los PS; de modo que en lugar de artillar justificaciones que solo tranquilizan personalmente a los dirigentes, deberían mirarse en el espejo con menos soberbia y sin la urna entre ceja y ceja.
Desde hace ya un decenio --en Gran Bretaña el fenómeno es más antiguo-- votar a los socialdemócratas (PS) perjudica a los asalariados casi tanto como votar a los conservadores (PP).
En el ámbito español, si el PSOE sigue confundiendo hacer política sectorial con hacer política con mayúscula, al paso de unos años no habrá diferencias entre votar a los zapateros o a los rajoyes.

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