26 enero 2010

Madrid, capital europea de servicios públicos privatizados

El paisaje social, político e institucional de Madrid es cada vez más singular. Las mayorías gubernamentales de las dos principales instituciones madrileñas, ayuntamiento y comunidad (PP en ambas), están privatizando los servicios públicos y la mayoría de ciudadanos hacen oídos sordos, no se enteran o lo aplauden. Toda una lección de entendimiento...
El resuelto afan privatizador del Ejecutivo regional, presidido por Esperanza Aguirre, queda reflejado en la publicación en el boletín oficial de la comunidad madrileña del concurso para privatizar el denominado centro de atención personalizada (CAP) de la sanidad ¿pública?, que será gestionado por una empresa que, lógicamente, buscará su beneficio económico --al igual que ya ocurre con numerosas prestaciones y especialidades médicas.
¡Nada nuevo! Sólo es un paso más, aunque uno de los más significativos porque ahora ya se privatizan servicios administrativos, ¡incluidos sus trabajadores!
De modo que a estas alturas la noticia ya no es que se haga negocio con otra función pública, sino la indiferencia de la sociedad madrileña.
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Aguirre Gil de Biedma
Los listos, los incapaces y el Estado
No es que los residentes en Madrid aprecien menos que los de otras comunidades los servicios públicos por y para los que cotizan y pagan impuestos --aunque lo parezca--, lo que ocurre es que los desmadres que se permiten los políticos de los gobiernos madrileños son más llamativos por ser la capital del reino y, resumiendo, porque allí se dan tres circunstancias políticamente muy interesantes:
1. Las instituciones de la taifa madrileña son dirigidas --aunque Ruiz-Gallardón haga ver que no es así-- por el PP más listo, el de la triple A, el que se levantó sobre tres pilares que han hecho y hacen época: Aznar, Aguirre y Acebes; alianza y aparato que siguen funcionando con incuestionable habilidad en asuntos internos y en todo lo relacionado con agitación y proganda;
2. La oposición política en las instituciones madrileñas (PSOE e IU) es penosa; y
3. La capital del Reino de España se beneficia de la generosidad y de la complicidad de un Estado que ni siquiera pestañea ante barbaridades como esta: El ayuntamiento madrileño acumula más de la mitad de la deuda que suman todos los consistorios de España.
Así, poco a poco, a fuerza de cerrar los ojos y de inhibiciones, Madrid se ha convertido en el portaestandarte de una política de servicios públicos radicalmente radical por su afán privatizador --es decir: crear y repartir buenos negocios.
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Empleos públicos al servicio de negocios privados
En el pliego de prescripciones técnicas de la licitación para privatizar el servicio de citas para los afiliados a la seguridad social incluso figura --en un alarde jurídico propio de película-- la recalificación de los empleados públicos que desarrollarán su trabajo en las dependencias y a la órdenes de la empresa privada que se lleve el gato-negocio al agua, según ha denunciado la Coalición de Sindicatos Independientes de Trabajadores (CSIT).
Puestos a sentar cátedra en relaciones laborales, los responables de la Consejería de Sanidad han negado todo tipo de información a los afectados y han eludido pactar las condiciones de trabajo de los aproximadamente 700 empleados públicos que verán modificado su estatus: «Con la privatización del servicio de citas médicas, la Administración de la Comunidad de Madrid da un paso más en la destrucción de empleo público», ha subrayado CSIT; sin olvidar que la caja pública (es decir, los madrileños) aportará 40 millones de euros para que la concesión privada funcione...
Las dos instituciones de la región capitalina hacen historia. Pero a estas alturas lo más noticiable --insisto-- ya no es lo que hacen las instituciones, sino la inhibición social ante el dislate.

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