17 enero 2011

Túnez: El caos derroca al sátrapa pero sus aliados siguen al frente del país

En Túnez no se vive ninguna revolución. Se trata de una revuelta que pese a haberse generalizado, carece de dirección política y de objetivos concretos --salvo derrocar al dictador--. La elite tunecina es experta en sobrevivir, en enriquecerse y de momento conserva todo el poder; ahora todo apunta que sabrá esquivar inconvenientes, lavarse la cara y lo conservará.
Ya durante la segunda guerra mundial, la clase dirigente de Túnez --que estaba bajo el control de Francia-- se alineó con el régimen pro hitleriano de Vichy.
Los poderes económico y social tunecinos colaboraron con probado entusiasmo con el III Reich para el despliegue del Afrika Korps en el Magreb, operación cuyo objetivo era paliar los efectos del derrumbe del ejército de Mussolini en Libia.
La burguesía de la antigua Cartago siempre fue lo que debe ser una clase dominante en un país colonizado. Además, era una elite muy europea; tanto que pese a su base cultural islámica fue pionera en, por ejemplo, adoptar como propia la afición por la riqueza fácil y la especulación.

[En el norte de África ha habido dos clases dominantes extraordinariamente singulares por la facilidad con la que "europeizaron" sus criterios de gobierno, pero sólo en su sentido más nefasto y material: la tunecina y la corte del marroquí Mohamed V, padre de Hasán II y abuelo del actual, Mohamed VI]   
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Modernidad instrumentalizada
Antes y después de la independencia, existía un sector minoritario pero ilustrado de la elite tunecina que aspiraba a que el país fuera un Estado moderno, proyecto representado con inicial dignidad política por el Partido de la Nueva Constitución (el NeoDestur, PND), liderado por Habib Burguiba --tan bien intencionado como autoritario.  
El PND fue germen y motor de las movilizaciones en pro de la independencia que se desarrollaron tras la finalización de la contienda mundial. En 1957, tras derrocar el régimen monárquico que París había impuesto un año antes, se proclamó la plena independencia y la república, con Burguiba como presidente.
Pero Francia --gato viejo-- siguió detentando un elevado poder, pues coaccionó a las nuevas autoridades manteniendo intacta su base naval de Bizerta, efectivos que incluso reforzó.
En 1963, el PND y Burguiba sorprendieron al mundo organizando el bloqueo de Bizerta y Francia --siempre gato viejo-- optó por negociar, firmó un acuerdo que jamás ha sido conocido con detalle y retiró el grueso de su fuerza militar [Túnez siempre ha sido un firme aliado de Francia].
Por aquel entonces y hasta la década de 1980, el gobierno tunecino controlaba todo con puño de hierro, pero con libertades individuales inusuales en los países de mayoría musulmana. La clase dirigente acabó fagotizando todas las siglas y la singular socialdemocracia autoritaria que lideraba Burguiba, cuya formación fue refundada en 1988, liberada de toda contaminación izquierdista y pasó a denominarse Reagrupación Constitucional Democrática (RCD).
De paso, Burguiba fue sustiuido por Zine el Abidine Ben Ali mediante un golpe de Estado blando que fue disfrazado con una convocatoria electoral.
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Bel Ali y su esposa, Leila, el pasado otoño
Sucesivas pantomimas electorales  
Ben Ali --ahora apartado del poder por sus propios hermanos-- habia sido reelegido en sucesivas pantomimas electorales con el visto bueno de la Comunidad Europea (Unión Europea). Es más, Bruselas y todos los gobiernos de la UE han cerrado los ojos y han aplaudido durante años los logros (¿?) del régimen tunecino.
Durante ese largo período de nacionalismo tunecino supuestamente progresista, que abarca tanto los últimos años de Burguiba como la etapa de Ben Ali (1970-2011, aprox.), la política exterior de Túnez se ha caracterizado por las contradicciones, pues fue anfitrión de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) tras su expulsión del Líbano (1982) y, al mismo tiempo, ejerció de peón de Europa para dinamitar la Unión Árabe del Magreb (organismo de corte arabista y contenido económico que fue constituido en 1989 por Argelia, Libia, Marruecos, Mauritania y Túnez, pero el experimento acabó como el rosario de la aurora…)
En 1998 Túnez fue el primer país de la ribera africana del Mediterráneo en suscribir un acuerdo de asociación con la UE. Por aquel entonces la economía tunecina fue calificada de modélica --o al menos lo parecía-- y era la sociedad mejor cohesionada del norte de África.  
En 2002, el Parlamento tunecino --en el que siempre han tenido mayoría los viejos y nuevos neodestures-- creó una segunda cámara legislativa, denominada de los consejeros, que derogó el límite temporal de mandatos del presidente, por lo que Ben Ali siguió al frente del Estado para mayor gloria y enriquecimiento de su familia y de los clanes amigos.
Ahora, pese a la expatriación de Ben Alí, la elite de siempre sigue controlando las instituciones, tal como demuestran el nombramiento el pasado viernes de Mohamed Ghannuchi como jefe del Ejecutivo, y su sustitución apenas 48 horas después por Fuad Mebazaa --ambos miembros del círculo de confianza del ex presidente.
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El derrumbe se inició en 2006 y se aceleró en 2009
La caída de Ben Alí ha sido propiciada por varios factores, entre los que destacan:  
* El deterioro de la economía que acusa el país desde 2008;  
* La carestía de los alimentos;  
* 3 de cada 5 menores de 30 años están en paro, empleados en precario o en negro;  
* La imposibilidad de que el Estado cumpla sus obligaciones: Túnez no puede hacer frente a las amortizaciones del crédito que le concedió hace ya un lustro el FMI para salvar la bancarrota, y   
* La corrupción, que ha alcanzado cotas tan elevadas que la familia de Ben Ali es propietaria de monopolios como el de la telefonía y el de la principal red de distribución de carburantes.
En todo caso, mientras que ministros y altos cargos de Bel Alí sigan en el poder, el futuro de Túnez es una incógnita. Paradójicamente, las fuerzas en presencia que más han contribuido a impedir que Túnez sea un Estado fallido y el caos sea total son el ejército y la oposición, pese a que esta es tan débil que ni siquiera ha podido canalizar las movilizaciones.
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ENLACE a la biografía de Zine el Abidine Ben Alí, en CIDOB.  

DE INTERÉS:  
"Una rebelión en la calle, no en las pantallas", en Guerra Eterna.

2 comentarios:

  1. Bueno Don Félix vamos a ver si los ciudadanos logran derribar el muro de la corrupción y la tiranía. Es complicado pero, al menos, lo que ha sucedido es un síntoma de que algo se mueve. Puede tener un efecto inesperado.

    un saludo

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  2. Muy interesante análisis que comparto como siempre. Ya ves que los tunecinos no se están dejando engañar y exigen que se aparte del poder a los colaboradores del "antigüo régimen". Una transición como la española.......

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